contacto

otto.luhrs@gmail.com

jueves, 30 de diciembre de 2010

La Maligna Alquimia germina en Viña del Mar

Por Otto Lührs


A pasado bastante tiempo desde la última vez que aludí a la Ilustre Municipalidad de Viña del Mar en este blog; pero el letrero de la foto, nueva evidencia que peatones y ciclistas somos para este municipio ciudadanos de 2ª categoría, le otorga méritos para ganarse este comentario.


Para los lectores ciclistas la foto habla, o grita la estupidez por sí sola. Para los lectores no ciclistas, destaco explícitamente que la esquina inferior derecha del cartel PRECAUCIÓN, tiene su borde angulado y metálico a la altura de la cabeza de un ciclista promedio, DENTRO de la ciclovía.


Para intentar al menos, sacar este nuevo insulto al sentido común del anonimato e impunidad, revisé la web http://www.munivina.cl/, y encontré que en los cargos de responsables de estas intervenciones viales, hay tres históricos que ya hace muchos años hacen de las suyas en el feudo de la Tía Coty, alcaldesa de Viña del Mar: Osvaldo Urrutia Soto, Secretario Comunal de Planificación; Patricio Moya Márquez, Director de la Dirección de Operaciones y Servicios y Alamiro Arias Lazo, Director del Departamento de Tránsito y Transporte Público. Este último, tiene entre sus funciones, según se señala en el PDF REGLAMENTO ORGANIZACIÓN INTERNA DEL MUNICIPIO DE VIÑA DEL MAR Y SUS MODIFICACIONES, el “Señalizar adecuadamente las vías públicas”. ¿Qué están entendiendo en la Muni de Viña por “adecuadamente”? La señalética en cuestión, es para motoristas, pero invade el espacio para los ciudadanos no motorizados.


Siento reconfirmar mi impresión: para la Ilustre Municipalidad de Viña del Mar, la infraestructura pro – transporte a tracción humana, no es más que un lindo maquillaje para salvar el light lema “Viña, Ciudad Bella”. Una apuesta real a favor del transporte sustentable, seria, técnica y profesionalmente correcta, al menos en este gobierno comunal, es una posibilidad para la cual ya no tengo esperanza.

lunes, 11 de octubre de 2010

La alquimia maligna

Por Otto Lührs



El pensar e implementar ciudades para la gente, visibiliza una metamorfosis paradigmática, presente, influyente, invasiva, y aún así, invisible.




Las estructuras blandas están endurecidas y las duras se han ablandado.




El tejido cerebral, cortical o profundo, despensa simbólica de ideas, valores, prejuicios, concepciones o convicciones, génesis de nuestras acciones, es extremadamente blando, frágil, aparentemente vulnerable.




Y la infraestructura urbana, aceras, calzadas, soleras, muros o puentes, formada principalmente por cemento, fierro, asfalto, algo de madera o algún sintético, es dura, sólida. Son estructuras indeformables, salvo que participen artes que empleen herramientas y técnicas específicas, personal especializado y no pocos recursos.




Y sin embargo, la búsqueda de relación lógica entre la despensa simbólica de las ideas y la infraestructura urbana, me lleva a concluir que ha ocurrido una extraña inversión de rasgos de blandura y dureza.




Las estructuras en apariencia sólidas, se modifican, rediseñan, demuelen y se reconstruyen con una facilidad y simpleza que supera largamente la modificación de ideas y convicciones.




Ejemplo de esto es lo que sucede cuando las calles se perciben estrechas para el transporte motorizado, pues resulta más fácil ensanchar las calzadas pensadas para ellos, antes que planificar modificaciones a los hábitos de movilidad de los ciudadanos. Más superficie para que los vehículos circulen sigue siendo la opción prioritaria; mientras, buscar que cada habitante consuma menos espacio público en sus traslados, aún es una línea de acción marginal, extraña, distante de las oficinas de políticos, unidades técnicas comunales o regionales.




En tanto, y al contrario de la infraestructura urbana, las estructuras en apariencia blandas, parecen blindadas, protegidas con un campo de fuerza que resiste los argumentos humanitarios y planetarios. Las ideas de quienes con sus acciones -y omisiones- están en posición de influir en la modelación de nuestro hábitat (para el caso, llamado Valdivia), parecieran inmunes al conocimiento objetivo de la contingencia local y global que amenaza la vida: cambio climático, sedentarismo, desestructuración social, ruido, congestión, muertes en accidentes de tránsito, pérdida de ecosistemas originales, pérdida del espacio público para la recreación y el encuentro espontáneo, instalación del miedo como agente regulador de la convivencia vial. Son realidades que al parecer no hacen mella en las dinámicas de toma de decisiones.




¿Causas, explicaciones?




La influencia por debajo de la mesa del mercado automotriz y el de los combustible fósiles, la vinculación entre calidad de vida y moverse menos, el estatus social asociado a un medio de transporte determinado, el sesgo de las esferas de poder que proyectan ciudades según su perspectiva y el juego político de asegurar la popularidad de las autoridades de turno en base a medidas cortoplacistas, entre otros factores, configuran esta situación que he denominado la alquimia maligna.




Y el caldo de cultivo para que estos ingredientes fragüen y acoplen con fuerza, es la apatía e ignorancia ciudadana. Es cierto que Valdivia cuenta con un batallón de vecinos organizados, cultos y activos, en comparación al promedio de las ciudades chilenas, significativo. Pero a la luz de los resultados, es aún insuficiente.




En materia de infraestructura vial, la alquimia maligna en Valdivia tiene un nuevo retoño, ya bautizado por miembros de EnBICIa2, como El Engendro. La Avenida Las Encinas, Isla Teja, paralela a la Av. Los Robles, ha sido recientemente remodelada y pavimentada. Ahora tiene 4 pistas en la calzada, rectas, anchas, y por el lado norte, sobre la acera, está El Engendro, una faja angulada y estrecha, destinada al tránsito de bicicletas, que no es más que la idiotez materializada, o un intento de burla y menoscabo para ciclistas y peatones, o un ejemplo más de ignorancia e invisibilización de sus necesidades y derechos, o el reconocimiento de que quienes se movilizan en motores son jerárquicamente superiores para los responsables de la construcción de esa vía.




O la ignorancia e insensibilidad también vive en mí y por eso no alcanzo la comprensión y menos aún la aceptación del fenómeno.




O bien todas las anteriores.




En este escenario, el proyecto “Red de Ciclovías para Valdivia”, que hasta ahora sólo vive en textos y planos en oficinas públicas y de la consultora APIA XXI IAC S.A., se vuelve más una amenaza de Megaengendro, que una obra de adelanto y mejora de la calidad de vida valdiviana.




El batallón de vecinos organizados, cultos y activos, deberá crecer, cohesionarse, organizarse, conocerse.




De lo contrario, la alquimia maligna continuará produciendo engendros de beneficio para pocos y perjuicio para muchos, presentes y futuros, humanos y no humanos.




jueves, 30 de septiembre de 2010

Los verdaderos criminales tras los atropellos


Por Otto Lührs



Este escrito nace en respuesta al atropello fatal de una ciclista en Río Bueno y con participación de un camión, hace unos meses. El hecho despertó peticiones hacia las autoridades respectivas de proteger el derecho que tenemos los ciclistas de usar las vías de manera segura, para lo cual se demanda la condena del camionero involucrado.


Hoy en los noticieros nos encontramos con el atropello, creo en Santiago, de una abuela (muerta) y su nieto (al borde de). Los familiares entrevistados piden que “se haga justicia” en relación al taxista, la prensa destaca que al conductor ni siquiera le retuvieron la licencia.


(postdata, abril 2010, escolar atropellada y muerta por cruzar calle oyendo música con audífonos)


En ambos casos, al menos en mi conocimiento de los hechos, no hay datos que permitan defender una solicitud de condena para los conductores de los vehículos. ¿estaban bajo la influencia de alcohol o sicotrópicos? ¿exceso de velocidad? ¿hablaban por celular sin manos libres y se distrajo? no sé, no he sabido de algún indicio de responsabilidad penal.


Y casos así hay por miles. Ya es hora de realizar miradas transversales, globales, análisis de contextos más que de cada caso aislado, pues yo no respaldo la impunidad. Ni creo que la muerte de esta persona sea algo accidental atribuible a la mala suerte (tan sólo la mala suerte de habitar Chile en el inicio del s.XXI)


Yo sostengo que si hay culpabilidad criminal, pero esta radica en otras personas, otras esferas. La de los choferes puede existir o no. Es circunstancial. La que ahora señalo siempre está presente, y aunque pasa desapercibida, ahí está. Me refiero a la esfera decisional, técnicos, autoridades políticas, legisladores, urbanistas. Por ahí debemos pesquisar en busca de culpables.


Pues es un acto de responsabilidad criminal el tirar en la misma vía, a que convivan personas de velocidad y peso tan increíblemente distintos. O no resguardar la integridad peatonal en los cruces.


¿A quién se le ocurre que ciclistas y vehículos rápido/pesados deben compartir las vías? si el pobre tipo del camión ni se enteró de su atropello hasta que le avisaron testigos presentes!!!


¿Podemos sentirnos criminales de pisar una cucaracha sin querer? Y no lo digo peyorativamente, si yo mismo soy cucaracha día a día.


Y sin embargo, la ley 18290 es clara:


Vehículo: Medio con el cual, sobre el cual o por el cual toda persona u objeto puede ser transportado por una vía


Conductor: Toda persona que dirige, maniobra o está a cargo del manejo directo de cualquier vehículo, de un animal de silla, de tiro o de arreo de animales;


Calzada: Parte de una vía destinada al uso de vehículos y animales;


Ciclistas, taxistas, camioneros somos conductores de vehículos, y en la calzada podemos y muchas veces debemos convivir, unos a 20 km/hr y otros hasta 120 km/hr; y a los lados de estas vías hay unas ISLAS viales llamadas aceras, y sus usuarios, los peatones, están obligados a adaptarse a este sistema extremando precauciones al pasar de una isla a otra o simplemente no saliendo de su isla.


Y mientras, técnicos o urbanistas de seguro piensan que lo hacen bien pues diseñan vías "legales" que restringen libertades o fomentan y justifican los atropellos ¿acaso aún alguien cree que legal / correcto / justo son sinónimos? ¿y que la conciencia puede estar tranquila si es que se actúa diseñando el viario urbano dentro de lo legal, de la “norma” aplicada deshumanizadamente?


Aceptar que el crimen es de los choferes, conseguir una condena, lograría quizás que ESOS choferes no vuelvan a atropellar, o al menos sean más consiente. Y el resto?


Ojo, los actos ocurren en sistemas que los sostienen, promueven, a veces justifican. Las reglas y diseños viales están configuradas de tal forma que un crimen como el de Río Bueno se diluye entre la opinión pública como accidente. Incluso no faltará el que exprese que esa mujer no debiera haber estado en el camino del camión, pobrecito chofer. Alguno también se preguntará si la abuela fue cuidadosa al cruzar con su nieto de una isla a la siguiente.


Los dardos de la culpabilidad deben apuntar a los responsables de la configuración del escenario del crimen, ya sea por poder político, técnico o normativo; entonces creo estaremos atacando de raíz el problema, pues debemos hacer temblar, visibilizar las visiones, concepciones de organización solapadamente jerarquizada del sistema vial chileno.


El peso de los vehículos no es algo que se pueda intervenir, quizás regular. Pero la física aporta otro factor relevante en esta inecuación, la velocidad, fácilmente regulable con voluntad y visión. Si se limita la velocidad máxima de circulación, se posibilita la convivencia segura, al menos así lo han entendido en otras ciudades, otros países, donde hablar de Zonas 30 ya es tema instalado y aceptado. Acá estamos más retro, estamos haciendo el mismo camino errado de pensar que la solución es segregar, llenar de ciclovías o de lamentarnos por no tenerlas mientras tanto.


Y hasta que eso pase, unos irreflexivamente seguirán centrando la criminalidad en los conductores más que en los organizadores del sistema.


Otros, continuarán lucrando al amparo de consultoras, constructoras o en cargos públicos, con la construcción de infraestructura cara e ineficiente, para el tránsito rápido motorizado, o para el tránsito liviano enjaulado (ciclovías).


Resumiendo:


No comparto el solicitar a las autoridades la aplicación de la debida condena para los choferes.


Me inclino por apoyar a las familias de las víctimas, e incluso a los mismos choferes en caso de que fueran inocentes, lo cual insisto, para mí es un tema secundario, para solicitar la aplicación de la debida condena de autoridades políticas, ingenieros, legisladores y urbanistas responsables de transformar nuestras vías en escenarios para que la muerte se haga presente.


Tema complejo, necesario de debatir, urgente de hacer sentir incluso obligar, la participación ciudadana transversal y equitativa. ¿Cuántas víctimas más lamentaremos hasta que recuperemos las calles para la gente, de las garras del transporte motorizado?