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miércoles, 18 de marzo de 2009

La nueva droga: Bicidependencia

Encontré esta carta en un ejemplar de la revista de CON BICI (Coordinadora de defensa de la Bici, Península Ibérica), nº29, invierno 1999.

Oscar, lector “Sin Prisas”

La nueva droga: Bicidependencia

Esta carta es una advertencia ante una droga que se puede introducir en su vida y atacar su confort. A continuación conocerán mi drama, tomen nota si no quieren acabar como yo.
Todo comenzó hace unos meses, cuando tuve que dejar el coche en el taller para una semana. Ante una situación tan dolorosa, no me quedó más que una opción fatídica: rescatar la bici del trastero para ir a la universidad. El lunes todo fue bien; casi me atropellan y llegué entre helado y sudado a clase. Estaba claro que lo de la bici iba a ser temporal. El martes me puse bufanda y chubasquero para parar el viento, con lo cual comenzó el verdadero peligro: marché sin frío en ese demonio sin motor. Para el viernes ya andaba seguro, apenas sudaba y me sentía más en forma. Y encima aquel billete de 2000 de la gasolina semanal. Todo resultó demasiado tentador. La desgracia ya se había fraguado: sin quererlo me había convertido en uno de “ellos”. Sí, me había enganchado a la bici para moverme por la ciudad. Una verdadera adicción.
Y mírenme ahora. Soy un insolidario y compungido ciclista urbano, un elemento perturbador de la paz social de nuestro tráfico. Sufro cada mañana cuando soy incapaz de coger el coche, veo como se estanca el cuenta-kilómetros y no puedo contribuir con mi granito de humo en las calles. Es realmente doloroso.
Pero me voy a rebelar. Voy a crear la fundación contra la bicidependencia. Es una enfermedad más extendida de lo que ustedes creen, para la cual no existe vacuna. Sólo podemos defendernos con nuestra cómoda vagancia. En países tan dispares como China y Holanda, le problema toma tintes de epidemia. Incluso algunos defienden esta droga afirmando que es lo mejor para ellos y para su ciudad. Síntomas de delirio de la bicidependencia total. Incluso aquí, en nuestra querida y traficosa Pamplona, estos biciadictos se han agrupado en una secta llamada CCCP (Ciudadanos Ciclistas de la Comarca de Pamplona). ¡De un nombre así que se puede esperar! Su objetivo, tan claro como destructor: promover su droga entre los ciudadanos. Por favor, no prueben la bici para moverse por su ciudad, porque ese mecanismo cruel no distingue sexo ni edad. Les hará sentirse mejor, no tendrán que aparcar, ahorrarán dinero, pero recuerden que son síntomas de euforia de una droga muy peligrosa.
Porque en estos temas la verdad nunca es lo que parece, sino lo que la publicidad nos dicta. No podemos dar un paso atrás en nuestra evolución consumista. No vaya a ser que dejemos sin su tráfico a una ciudad y unos habitantes que lo necesitan.Por favor, no prueben la bici. O acabarán enganchándose.